
Malika Boussouf, periodista y escritora.
Estas no son las únicas formas de violencia que sufren las mujeres argelinas, incluso en algunas de ellas interviene la religión. Ambas se ven reforzadas por actitudes, como: “Golpea a tu esposa. Si no sabes por qué lo haces, ella sí lo sabe”. Y de las palizas se pasa al asesinato. La mayoría de las mujeres víctimas de violencia no sospechan que las golpizas o la violencia psicológica pueden derivar en feminicidio. Las dudas, el miedo, los arrepentimientos del cónyuge o de otras personas ralentizan la presentación de una denuncia y alientan la acción final. Lo que pone fin a la vida.
Cada sociedad tiene su propia manera de abordar esta violencia. Muchos lo llamarán un acto de amor y otros lo asociarán con la ley de la Sharía. En Argelia, la comunidad asociativa alerta sobre el aumento de los feminicidios. Al menos una mujer a la semana es asesinada y en la mayoría de los casos a manos de alguien muy próximo. Las cifras que conocemos están infravaloradas debido a la falta de coordinación entre los servicios que gestionan este tipo de violencia. Varias asociaciones piden una revisión de la ley, que sigue siendo demasiado favorable a los atacantes. Piden penalizar el feminicidio. Si la Constitución declara proteger a las mujeres contra todas las formas de violencia, la cláusula de indulto incluida en el código penal combinada con el silencio de los familiares de las víctimas todavía permite absolver a los perpetradores.
“Antes de terminar en el cementerio, quiero ayudar a cambiar las cosas”, declaró una joven estudiante de secundaria que no quiso ser identificada mientras participaba en una reunión. Un taller, organizado por la asociación Djazairouna (“nuestra Argelia”), que tenía como objetivo elaborar una carta de derechos para las víctimas de violencia sexual aún no penalizada en Argelia. Mostrando su pierna cubierta de moretones, contó cómo su hermano la golpeó justificando el acoso sexual que sufrió por parte de su maestro, a causa de su vestimenta, que consideró “provocativa”. Desde entonces, la joven, que se refugió en casa de una amiga en Argel para escapar de las palizas, ha hecho campaña para que una pena de prisión sancione la no denuncia de violencia sexual por parte de quienes la rodean. En su caso, ni su escuela ni su madre la ayudaron, dijo. El drama vivido por esta estudiante de secundaria pone de relieve la impotencia de las mujeres frente a sus verdugos.
Desde principios de 2023, la unidad de seguimiento independiente “Feminicidios Argelia” ha registrado 33 feminicidios. El total en los últimos cuatro años es de 261 asesinatos. Una cifra infravalorada según las fundadoras de este sitio que, a falta de un sistema de censo oficial, intentan recoger los elementos que atestiguan esta terrible realidad en las redes sociales y en los raros hechos relatados en los medios de comunicación. Un compromiso que ayuda a dar un rostro, un nombre y una historia a las víctimas. Para que no se conviertan en una noticia rápidamente olvidada y su muerte dé que pensar.

La autora, Malika Boussouf, participando en una manifestación.
Entre el crimen de honor y la protección jurídica
Si los juristas cuya misión es trabajar para hacer reflexionar a los delincuentes en ciernes sobre lo que les espera en caso de verse tentados a actuar, lo hacen sin convicción, es también porque la opinión pública no ejerce presión sobre el sistema. Los crímenes de honor y quienes los cometen están asociados al código de conducta social. Todo depende del poder masculino y de lo que impone o tolera en el subciudadano que sigue siendo la mujer argelina. Los medios de comunicación tienen gran parte de responsabilidad por el silencio ensordecedor de las autoridades públicas. Cuando informamos sobre un feminicidio no explicamos por qué se llegó a este punto. La prensa, aunque no lo admita, ignora la influencia que puede tener sobre estas mujeres que no tienen la fuerza para defenderse y escapar de un final trágico. La cláusula de indulto impide que el fiscal procese al culpable. La acción judicial cesa abruptamente si la víctima perdona a su torturador. El culpable queda en libertad y puede volver a hacerlo, convencido de que una vez más se saldrá con la suya. Según las cifras comunicadas por la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN), habría al menos una mujer a la semana asesinada a golpes o que habría sido víctima de un intento de asesinato por parte de su cónyuge. Las cifras relativas a los asesinatos de mujeres registradas por la policía incluyen homicidios intencionales, así como agresiones y agresiones con resultado de muerte.
Sin embargo, es importante señalar que el número de casos de violencia contra las mujeres es mucho mayor que las cifras reportadas, por varias razones:
1) La renuencia de las mujeres a ponerse en contacto con la policía o los servicios de gendarmería, especialmente si el agresor es un miembro de la familia.
2) La banalización de la violencia contra las mujeres por parte de las propias víctimas y de la sociedad en general.
3) La cláusula de indulto institucionalizada que disuade a muchas mujeres de presentar una denuncia.
4) El registro aleatorio de denuncias.
5) La ausencia de centralización de casos, entre denuncias presentadas ante la gendarmería nacional y la ayuda solicitada directamente a las direcciones de acción social y solidaridad (DASS).
6) La dificultad para aislar un número. El número de casos de violencia contra las mujeres comunicados durante las jornadas sobre violencia contra las mujeres proviene de la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN). Las cifras de la gendarmería no se publican todos los años y, cuando lo hacen, se publican por separado de la DGSN. En total, entre 2019 y 2022 se registraron 228 feminicidios de todo tipo, lo que representa un promedio de cuatro a cinco asesinatos por mes.