El desplazamiento de las mujeres y su sufrimiento durante la guerra en el Líbano

El desplazamiento de las mujeres y su sufrimiento durante la guerra en el Líbano

Nariman Chamaa, periodista y activista. Presidenta de la ONG Donia para el Desarrollo Sostenible

Introducción
Desde la renovada agresión israelí en el sur del Líbano en octubre de 2023, miles de familias han sido obligadas a dejar sus hogares y mudarse a zonas más seguras. La guerra se ha expandido y es ahora una guerra a escala total que incluye muchas zonas inclusive la capital, Beirut.

Durante la guerra edificios de apartamentos, escuelas, hospitales, iglesias, municipios, mercados y otras infraestructuras han sido atacadas con armas pesadas cuyo uso está prohibido internacionalmente. Esto es una clara violación de las reglas de la guerra, de las convenciones internacionales y de la ley internacional de ayuda humanitaria. Estos son crímenes de guerra.

Se han registrado 10.150 ataques desde el principio de la agresión hasta el 18 de octubre de 2024, la fecha en la que escribo este artículo. De acuerdo al Comité Gubernamental de Emergencia, 2.367 personas han muerto y 11.106 están heridas.

Peligros y desplazamientos
La cifra de personas desplazadas se estima a 1.4 millón de acuerdo al ministro Abbas Hajj Hassan. Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres, hizo un tweet en la Plataforma X donde escribió que entre los desplazados hay 53.000 mujeres y niñas y 62.000 familias tienen mujeres como jefas de hogar.

Las mujeres y los niños son los más afectados por las guerras y los conflictos y están expuestos a desafíos complejos y únicos que no sólo se deben al desplazamiento sino también a los riesgos que enfrentan día a día. Muchas mujeres han perdido la vida como resultado del bombardeo de la población civil y muchas mujeres han perdido a sus esposos, hijos y parientes. Muchas mujeres están heridas y probablemente tengan que vivir como inválidas el resto de sus días. Entre los riesgos está la exposición al polvo de armas prohibidas internacionalmente, lo que el Sindicato Libanés de Químicos indicó en un comunicado donde sostienen que Israel usa uranio enriquecido para bombardear residencias familiares en Beirut, causando estragos a la salud de la gente y al medio ambiente.

Hasta la fecha, no hay informes de fuentes oficiales que provean información detallada de las víctimas de acuerdo a su género, edad, región, etc., así que vemos a las víctimas solo como números, sin historias.

El impacto de la guerra en las mujeres
Entre las mayores pérdidas para las mujeres está la destrucción de sus hogares y recuerdos, y el verse obligadas a vivir en refugios inestables, luchando por aceptar la vida en ellos, llenas de miedo al futuro.

Conocimos a Amal (32 años), madre de dos hijos, en uno de los refugios, llorando tras recibir la noticia de que su casa en el sur había sido bombardeada dos días después de abandonarla. Dijo: «Esta es la decimotercera casa a la que me mudo. La guerra no nos permitió asentarnos en una ciudad. ¿Cómo voy a construir una casa nueva cuando nuestra situación financiera es tan precaria?”

Muchas mujeres han perdido su trabajo y sus fuentes de ingresos en las zonas destruidas, incluidas las agrícolas. Además, muchas de ellas han perdido a su sostén y se han convertido en responsables de mantener a sus hijos o a las personas mayores de la familia. Los hombres también han perdido sus empleos debido a la guerra y ya no pueden cubrir las necesidades básicas de sus familias.

Respuesta humanitaria de emergencia
Debido a la falta de preparación del Estado para dar una respuesta humanitaria de emergencia, muchas familias se han visto obligadas a dormir en la calle, y los ciudadanos han acogido a muchas familias en sus casas, mientras que el mayor número de personas se han refugiado en albergues de escuelas públicas que se han abierto sucesivamente, y su número ha alcanzado los 1.076 centros, en el momento que escribo este artículo.

Estos centros carecen de las necesidades humanitarias básicas. A pesar de la escasez de recursos, la intervención de las asociaciones e iniciativas locales representa la espina dorsal de las labores de socorro para asistir a la ciudadanía desplazada en todo el Líbano. En una reunión con Mohammed Bakir, director del Instituto Técnico Akram Awida de Mina, en el norte del Líbano, que acoge a 276 desplazados (46 familias), declaró: «Nos enfrentamos a grandes dificultades para acoger a un gran número de desplazados y estamos trabajando para asegurar tres comidas, pero necesitamos alimentos enlatados y alimentos especialmente para los niños. También nos resulta difícil conseguir combustible, agua potable, agua para bañarse y suministros para dormir, como colchones, almohadas y mantas, sobre todo porque estamos a las puertas del invierno y no hay calefacción ni calentadores de agua en el instituto, lo que presagia un desastre humanitario que se sumará a las catástrofes que estamos presenciando».

Durante un recorrido por los refugios descubrimos que algunos se han masificado hasta el punto de recibir a más de 15 o 20 personas en una habitación, y a menudo son de la familia extensa, como ancianos, padres, nietos, tías y sus hijos.

Las mujeres y las niñas sufren una violación de su intimidad, y esto permite que todos los presentes participen en los problemas familiares que se ven exacerbados por las circunstancias inusuales y la presión psicológica. Además, los lavabos de la mayoría de los refugios están lejos de las habitaciones o en otras plantas, lo que puede exponerlas al acoso.

Las mujeres en circunstancias similares de guerra, desplazamiento y empeoramiento de las condiciones psicológicas y sociales están expuestas a un mayor riesgo de sufrir formas de violencia de género, pero la violencia doméstica, la explotación sexual y el acoso siguen siendo violencia tácita en circunstancias normales, así que qué decir de circunstancias similares en las que la protección está ausente en medio del caos y los mecanismos legales son débiles.

Las circunstancias de las mujeres palestinas y sirias no difieren de las circunstancias de las libanesas en la cuestión del desplazamiento, aunque es más complejo, ya que las palestinas están viviendo en campos de refugiados desde 1948 como consecuencia de la Nakba palestina. Lo mismo ocurre con las mujeres sirias desde 2011 como consecuencia de la guerra en su país. Las familias desplazadas de nacionalidades distintas a la libanesa sufrieron una grave discriminación y se alzaron voces exigiendo su regreso a su país, lo que llevó a las autoridades libanesas a asignar refugios especiales para sirios, mientras que la mayoría de los palestinos se vieron obligados a buscar refugio en campos palestinos del norte a pesar de los peligros que corren. Amal Ghazlan, responsable del Departamento de Derechos de las Mujeres y las Niñas de la Asociación Najda, habló de las condiciones de las mujeres palestinas desplazadas.

Una trabajadora social palestina que trabaja en el campo de Nahr al-Bared, en el norte de Líbano, declaró: «Hay casos difíciles que encontramos al trabajar con mujeres durante la emergencia, como la depresión entre las embarazadas y el miedo a dañar al feto tras el parto debido a que las mujeres se culpan a sí mismas, y hay casos de mujeres que piensan en el suicidio o en autolesionarse y necesitan un psiquiatra. También hay mujeres que se han divorciado y residen en centros de acogida, y en general, durante las crisis, las mujeres necesitan desesperadamente apoyo y la presencia de alguien que las escuche».

Ghazlan añadió: «También hemos observado casos de creciente preocupación entre los padres por la seguridad de sus hijos, así como un aumento de la violencia de los padres contra sus hijos y el no saber cómo tratarlos en estas circunstancias. Además de casos de violencia y agresiones entre niños entre sí».

Conclusión
El sufrimiento de las mujeres, los hombres y los niños desplazados como consecuencia de la guerra sigue siendo una cuestión humanitaria urgente que requiere atención internacional y local. Las mujeres, en particular, necesitan apoyo y asistencia para superar las dificultades a las que se enfrentan y poder reconstruir sus vidas y mantener a sus familias. La principal demanda sigue siendo un alto el fuego inmediato, el fin de la guerra y la adhesión a los convenios internacionales.