
Por Sonia Potoy y J. Palomés.
Marianela Peña es cubana, escritora y dinamizadora cultural de FEDELATINA, la organización que engloba a cerca de cincuenta asociaciones latinoamericanas de diversos ámbitos, cuyo objetivo es brindar asistencia, servicios, asesoramiento legal y coordinación a migrantes y personas retornadas. Un espacio de encuentro y cohesión para aquellos que abandonaron Latinoamérica en busca de un nuevo porvenir.
¿Cómo llegaste a Barcelona?
Soy cubana y llegué a Barcelona por cuestiones familiares. Mis dos hijas emigraron aquí y una de ellas tuvo un hijo y vine a ayudarla. Mi hija llegó con el título de periodista de Cuba y su voluntad era integrarse en la vida social, cultural de aquí, pero no fue fácil… Así que cuando llegué me dediqué a las tareas domésticas, ayudando a mis hijas para que ellas pudieran disponer de más oportunidades.
Y esto implicaría una serie de renuncias personales por tu parte…
Por supuesto. Las renuncias son lo primero que asumimos cuando decidimos abandonar nuestras tierras en busca de un futuro mejor. Yo daba clases en la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, así que renuncié a una serie de retos que me había planteado, como el doctorado que ya estaba trabajando. Llegué aquí, pues, con el objetivo de cuidar de mi nieto y de mis hijas y con muchos interrogantes sobre mi futuro. Aunque en Cuba ya había empezado a interesarme e investigar los vínculos que tenía mi país con Cataluña.
¿Y a qué conclusiones llegaste?
Bien, estas investigaciones que inicié en Cuba se han convertido en un proyecto en el que todavía estoy trabajando, porque amplié el campo de estudio en América Latina. Cuando mis hijas decidieron venir a Cataluña, me interesé por los vínculos que tenía Cuba con Cataluña. Es decir, las huellas que los catalanes habían dejado en Cuba. Empecé a investigar y estudiar los archivos. Establecí contacto con todos los casales catalanes que hay en Cuba, fundamentalmente el Casal de La Habana y el de Santiago de Cuba. Cuando llegué a Vilanova y la Geltrú me dediqué a la vida doméstica, ayudando a mis hijas, y establecí contacto con una organización cubana, Asociación Camilo Cienfuegos, pero también retomé las investigaciones de las relaciones catalanas en Cuba, y no sólo en Cuba porque las extendí a América Latina, gracias a una subvención de la Caixa.
Es inevitable referirse al tráfico negro cuando hablamos de la influencia catalana en Cuba, ¿no es así?
Por supuesto. Casi todo está hablado del tráfico negrero. Hay muchas investigaciones al respecto. La familia Güell, la familia Baró, el marqués de Comillas, entre otros, hicieron colosales fortunas con la trata y la explotación inhumana en las plantaciones de caña. Pero mi investigación se centra especialmente en la huella positiva de los catalanes que estuvieron allí, que no todos eran esclavistas ni explotadores, por supuesto. Existe un amplio listado de experiencias en el campo de la pedagogía, de la medicina, de la ciencia, en el arte, en la cultura, en el conocimiento, en muchos ámbitos en los que destacaron catalanes en América Latina, que a veces no son suficientemente conocidas. Margarita Xirgu, por ejemplo, es un icono en Argentina y Uruguay. En Cuba, los apellidos Partagás, Bacardí, Helados o Llagostera forman parte de la historia de mi país; José Martí, padre de la independencia cubana, tenía orígenes valencianos; a principios del siglo XX las principales imprentas de mi país eran propiedad de editores catalanes. Y así muchos ejemplos.
Me comentabas antes del papel fundamental de la mujer en esa influencia…
Este proyecto lo hemos ido ampliando año tras año. Así, en 2023 hemos centrado el estudio en la mujer catalana que llega a América Latina. Hay que aclarar que existen dos grandes oleadas migratorias contemporáneas de catalanes en América Latina: la primera pasa en el siglo XIX, y la otra se produce producto de la Guerra Civil y el franquismo. En la primera podríamos decir que la mujer “acompañaba”, sin embargo, en la segunda encontramos que la mujer tiene un papel autónomo y destacado en los distintos ámbitos de la cultura y de la ciencia de los países latinoamericanos donde se establece.
¿Qué actividades realizas en FEDELATINA como activista cultural?
En FEDELATINA existen 47 asociaciones de diversos ámbitos y prácticamente de todos los países latinoamericanos. Es un refugio en un ambiente de cohesión. Además, la visión de género es transversal en todos los proyectos que abordamos en FEDELATINA. Destaco un proyecto que, en mi opinión, es muy importante: el Espai Dones. Dos días a la semana – lunes y miércoles- atendemos a mujeres con problemáticas diversas y asesoramos a estas mujeres jurídica, psicológicamente, laboralmente. A lo largo del pasado año organizamos cinco talleres sobre la mujer latinoamericana migrante. Cada uno de estos talleres parte de la experiencia existencial de una mujer migrante que ella misma nos relata -y que a veces esta experiencia se ha plasmado en un libro- y que es asumida por el colectivo que asiste al taller, porque suelen ser experiencias similares o, por lo menos, muy comprensibles.
¿Cómo son las dinámicas de estos talleres?
Estos talleres son interesantes porque a partir de las vivencias personales de las mujeres participantes se establecen dinámicas cuyo objetivo es encontrar caminos prácticos para enfrentar esta problemática. A veces, buscamos la complicidad de otras instituciones y las dirigimos allá donde se puedan encontrar salidas: en determinados departamentos de la Generalitat o del Ayuntamiento, en Cáritas, en SOS Racismo, en Tot Raval… en las muchas entidades especializadas de Barcelona . Se trata de fortalecer el yo interno, de empoderar a estas mujeres que llegan con demasiada desinformación y carencias, y de hacerles ver que se pueden conseguir los sueños, que no son imposibles ni mucho menos.
¿Cuál es el primer escollo al que se enfrentan estas mujeres migrantes al llegar aquí?
Obviamente, el primer problema al que se enfrenta la mujer migrante que llega a nuestros talleres es la lucha por la subsistencia, el no poseer un medio de vida. La mayoría de las mujeres de nuestros talleres han tenido que pasar por trabajos domésticos, renunciando a la formación que llevaban de su país, ya que algunas de ellas, efectivamente, vienen con una sólida formación. Para muchas mujeres migrantes, la primera gran decepción es la de tener que renunciar a su formación y tener que recurrir a los trabajos precarios que son los únicos a los que tienen acceso. Y un sector especialmente preocupante es el de las mujeres internas cuya precariedad es la norma. Y no sólo eso: encontramos que, en algunas ocasiones, las mujeres migrantes están sometidas a abusos y discriminación. En uno de los talleres abordamos el caso de una abogada salvadoreña que tuvo que huir de su país y que se encuentra interna en una casa en condiciones muy precarias. Incluso, en este sector predominan estereotipos perversos que favorecen la discriminación: las empleadoras establecen unas nacionalidades “favoritas” –ecuatorianas, hondureñas y filipinas, fundamentalmente- para priorizar determinados empleos.
¿Cómo aborda en FEDELATINA la lejanía, la nostalgia de la mujer migrante?
El desarraigo es una constante en el fenómeno de la emigración. Hay muy pocas mujeres migrantes que olvidan sus raíces por muchos años que permanezcan en otro país. Viajan con la patria a la maleta. Incluso cuando forman una familia, el niño, aunque sea catalán porque ha nacido aquí, será educado en las tradiciones, en la gastronomía, en los valores, en las canciones, costumbres y folclore del país que dejaron atrás . Estas mujeres aquí establecidas se construyen una nueva vida pero sin renunciar a la identidad de su país de origen, de tal modo que en FEDELATINA hablamos de pluriidentidad, la que asumen aquí como su propia y la de su tierra de origen en la cual no renuncian.
He escrito un libro que se titula No me des más arroz que yo soy catalán. El título responde a una frase que me dijo en una ocasión mi nieto como una forma de rechazo a su origen cubano. El libro está dirigido a los jóvenes hijos de migrantes y les explico lo que denominamos pluriidentidad. Aunque sean nacidos, criados y educados aquí, no deben prescindir de una identidad que les liga con sus raíces, porque esto les enriquece.
Me comentabas que en el ámbito cultural en FEDELATINA potencia los talleres de poesía…
Efectivamente, organizamos talleres de poesía. Y los participantes han llegado a identificarse como colectivo con la característica común de la migración, que es lo que les une. Sus poemas hablan de la vida del emigrante porque todos y todas sufren esta circunstancia. Hablan de las peripecias de esta vida, de la nostalgia, de los anhelos, de la soledad, de la precariedad laboral y de la pretensión de compaginar y unificar las dos culturas con las que conviven: la de sus orígenes y la de la sociedad en la cual se han integrado. Y, cómo no, del amor y el desamor. Precisamente he recopilado una antología de los poetas latinoamericanos radicados en Barcelona. Quería que su poesía se distinguiera.