Resistencias feministas globales y locales: Retos y aprendizajes

Resistencias feministas globales y locales: Retos y aprendizajes

Fotos: Consell Nacional de Dones de Catalunya

El Consejo Nacional de Mujeres de Cataluña (CNDC en catalán) organizó un acto en el marco de la 69 edición de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW en inglés) de Naciones Unidas. El acto “Resistencias feministas globales y locales: Retos y aprendizajes”, ponía en valor la historia de los movimientos feministas con sus avances y victorias para garantizar derechos y una vida vivible para todas las personas, así como las resistencias para hacer frente a los ataques de los derechos de las mujeres.

Inició el acto, Sònia Guerra, presidenta del Consejo y Secretaria General del Departamento de Igualdad y Feminismo de la Generalitat de Cataluña. Guerra dijo que hay que resistir a la extrema derecha, al machismo y al negacionismo de la violencia machista, “que son lo mismo. Cuando hablamos de uno de estos hechos estamos hablando de los mismos personajes que están defendiendo el sistema patriarcal”. Y para resistir, añadía, son necesarios espacios como estos donde nos podamos conocer y establecer vínculos, tanto a nivel local como internacional. “El feminismo es revolucionario, y si no sacude las bases del sistema patriarcal no es feminismo”, afirmó.

Resistencias para seguir avanzando, para no callar. Insistió en la importancia de una agenda feminista compartida, sabiendo que no coincidiremos en todos los puntos, y en cuanto a las mujeres políticas manifestó que “es el momento de renunciar al partidismo en la agenda feminista. No podemos seguir utilizando los derechos de las mujeres como moneda de cambio. No podemos utilizarnos para hacer oposición entre nosotras. Los derechos de las mujeres son derechos humanos y se tienen que defender”.

A lo largo de su intervención recordó feministas como Emma Goldman o Simone de Beauvoir, e hizo un llamamiento a la grave situación que viven las mujeres ucranianas, palestinas y afganas.

Moderó el acto Alícia Oliver, co-coordinadora del Grupo de trabajo de Participación Internacional del Consejo y coordinadora, también, de la Red Europea de Mujeres Periodistas, entidad que coorganizaba este acto. Oliver recordó el trabajo de este grupo, que nació en 2007 y como, a lo largo del tiempo, ha ido creciendo en miembros, tareas y experiencia a la hora de establecer alianzas feministas a nivel internacional.

De las 4 panelistas que formaban parte del debate del CNDC, la primera en intervenir fue Adriana Benjumea, abogada y codirectora de Corporación Humanas. Habló de las resistencias, pero no como un hecho pasivo sino como la acción y la praxis feminista. Y pensando en las resistencias locales y globales decía que no es algo que podamos hacer por separado sino juntas. Hay que avanzar en esta línea, “el patriarcado celebra cada vez que las guerras las ponemos entre nosotras. Es hora de ir juntas”. Por eso, insistía en que “hay que tener estas conversaciones incómodas, ahora, mujeres trans, mujeres que están en trabajos sexuales o en ejercicio de prostitución, mujeres negras que han aportado al feminismo, las feministas indígenas… estas conversaciones incómodas, y que tienen todos los movimientos sociales, se tienen que dar, ahora, para seguir avanzando juntas”.

Benjumea insistió en la necesidad de más financiación para seguir construyendo, puesto que “los recursos que van a los movimientos de mujeres en el mundo no llegan al 1%”. En avanzar en la discusión sobre paz y seguridad, con la necesidad de tener espacios seguros, tanto en el ámbito público como privado. Y también en la crítica hacia aquellos gobiernos que se han apoderado de los discursos feministas, pero que sus prácticas no lo son. “Gran parte de los gobiernos que están aquí han declarado que sus políticas exteriores son feministas. Hay que exigirles a los gobiernos un comercio justo, que digan algo sobre la guerra en Palestina y sobre todas las guerras. Esto sí es una política exterior feminista. Si asumen el discurso feminista y se nombran como gobiernos feministas tendrán que actuar en consecuencia y nosotras, como reto, tendremos que exigírselos”.

Diana Damián, psicóloga y coordinadora de la Red Mesoamericana Mujer, Salud y Migración, habló de los derechos de las mujeres en movilidad y de la frontera sur de México que, según dijo, es hoy en día, la frontera más concurrida a nivel mundial. “Los adelantos que supuso Beijing no pueden retroceder, y por eso, son necesarias las alianzas, a pesar de las diferencias, que las tenemos, no podemos fracturarnos. Este es nuestro desafío”.

Continuó diciendo que los derechos de las mujeres y personas migrantes son derechos humanos presentes en todas las áreas de la vida y en la formulación de políticas, y por eso hay que abordarlos en el contexto de la Plataforma de Acción de Beijing (PAB) y de la agenda de igualdad de género de Naciones Unidas. Nos hace falta “una política migratoria feminista interseccional, que no es solo para las mujeres y personas migrantes. Es crucial para construir un mundo más justo y equitativo para todas, todes y todos”.

Como retos, se refirió a la necesidad de recursos humanos y financieros suficientes y sostenibles con perspectiva de género. A compartir buenas prácticas y dar visibilidad a experiencias exitosas. A la necesidad de una estabilidad política y social en territorios que no pongan en riesgo la vida de las mujeres y las personas retornadas: “las políticas actuales están retornando a mujeres a la violencia de la que huyeron”. Y finalmente, hizo mención de la carencia de transparencia institucional en los países latinoamericanos, y sobre todo la necesidad de asegurar la vida de las mujeres defensoras y de las mujeres en movilidad. “Nuestra vida cuelga de un hilo en los países de Latinoamérica”.

Saran Koly, periodista y cofundadora de la entidad Youterus Health, presentó su organización y el trabajo que hacen sobre salud uterina de las mujeres africanas, afirmando que se habían dado cuenta que no tienen datos, y que normalmente los pocos datos que hay proceden de los Estados Unidos, lo cual no representa la situación real. La experiencia personal de las dos cofundadoras de la entidad, diagnosticadas con dos enfermedades dolorosas, las empujó a trabajar juntas para desterrar la idea de que el dolor tiene que acompañar a las mujeres, y ante la poca atención que les prestaba el sistema sanitario. “Si pasamos por este proceso en el cual, todo lo que es doloroso es normal, tendemos a aceptar cosas que son inaceptables, y esto es lo que nos hizo querer cambiarlo todo, desde la narrativa hasta el sistema”.

Y es justamente desde la narrativa que están cambiando las cosas. Por eso están recogiendo historias orales “que son muy importantes para nosotras. Queremos recopilar muchas historias porque son datos de calidad, y son importantes para la investigación. Además, no queremos ser objetos de investigación, queremos ser activas en la investigación. Queremos dialogar, estar presentes y si no lo recogemos nosotras, no lo hará nadie”. También es una manera de hacer incidencia y de mostrar las voces africanas, puesto que no es nada fácil que puedan llegar a Naciones Unidas.

En cuanto a la atención sanitaria, Koly afirmaba que tiene que ser asequible y que el género, la raza y la clase social influyen en la salud y en su acceso. “Normalmente no se dice, pero creo que la equidad en salud empieza por escuchar a las mujeres. Se habla mucho y no se escucha lo suficiente”.

Aimée Vega, periodista y presidenta de GAMAG, empezó su intervención destacando la importancia de conocer nuestra genealogía para combatir los embates del patriarcado para desmantelar los derechos conseguidos por las mujeres. “Nombrarnos como sujeto político nos ha permitido toda esta construcción y obliga al estado a que nos traten como ciudadanas y a proteger nuestros derechos humanos”.

A la hora de evaluar dónde estamos a 30 años de Beijing, manifestaba que había que explicar cómo, desde la pandemia, se ha acelerado un proceso que ya se estaba gestando de eliminación de mecanismos institucionales y “hoy nos encontramos aquí muchas menos compañeras de las que quisiéramos, porque o bien no les han otorgado los visados o porque a sus organizaciones les han cortado la financiación”.

En cuanto a la evaluación del Capítulo J que tiene que ver con las mujeres y los medios de comunicación, señalaba la situación crítica de las mujeres periodistas en todas partes, respecto a los derechos laborales y a la seguridad que está en riesgo, recordando que atentar contra las mujeres periodistas es un atentado contra la libertad de expresión. Añadía también, la carencia de un enfoque feminista en instituciones estratégicas como los organismos que regulan los sectores de la comunicación, donde el estado ha abandonado su papel de regular estos sectores, dejándolo en manos de las grandes corporaciones. Las persistentes brechas de género en la representación de las mujeres en los contenidos de los medios y en su acceso. Muy pocas mujeres en espacios de toma de decisiones. O la precariedad de los derechos digitales de las mujeres en la industria de la Inteligencia Artificial (IA) son algunos de los puntos que hay que tener en cuenta a la hora de hacer la evaluación de Beijing.

También señaló el riesgo de que los derechos de comunicación de las mujeres desaparezcan de la agenda global. “Sabemos que la PAB y otros instrumentos globales de igualdad de género ya no están en el centro de las iniciativas de la propia organización de las Naciones Unidas. Por eso consideramos que es estratégico que estas reuniones, estos diálogos se mantengan, idealmente, de manera presencial”.

Una vez acabado el debate, intervinieron los dos grupos de trabajo del Consejo presentes en Nueva York. En primer lugar, Sílvia Aldavert, representando al Grupo de trabajo de Derechos Sexuales y Reproductivos, que explicó cómo la declaración de ahora es peor que la que se consensuó hace 30 años, puesto que el concepto “sexual y reproductivo” ha desaparecido del documento, y se vuelve a hablar de salud materno-infantil y de salud perinatal. Hizo un llamamiento a las representantes institucionales presentes en la sala: “necesitamos exigiros, una vez más: somos defensoras, nos tenéis que fortalecer. Somos activistas, nos tenéis que proteger y, sobre todo, es imprescindible esta alianza con la que todas estamos de acuerdo, para resistir y confrontar este embate a la democracia”.

Y acabó recordando que, a lo largo de la historia, quien ha sostenido la vida en los momentos más críticos han sido las mujeres, tanto a nivel local como a nivel internacional, “cuando no hay nadie, las mujeres y las redes comunitarias de mujeres han salvado y continúan salvando vidas”.

Por el Grupo de trabajo Mujer y Empresa, intervino Vanesa López, que señaló tres puntos que, desde su grupo, ven como muy importantes: la necesidad de tener datos desagregados “si no los tenemos, ¿cómo nos podemos visibilizar; cómo podemos hacer una buena diagnosis; un buen impacto y, sobre todo, unas buenas acciones y diseñar unos buenos planes?”.

La importancia de que la empresa se implique y se puedan evaluar los planes de igualdad que tienen, y que se implementen estas acciones, puesto que “nos quedamos muchas veces con la formación de las plantillas y las acciones estructurales no se realizan”.

Y finalmente, la necesidad de fomentar la ayuda a las mujeres y autónomas empresarias, porque “solo tienen su voluntad y determinación para sacar adelante un proyecto. Por lo tanto, es muy importante que se ayuden con acciones positivas porque son quienes transforman los países, desde una perspectiva feminista y de nuestros propios derechos”.

Para acabar, cerró el acto la consejera de Igualdad y Feminismo, Eva Menor, que empezó su intervención haciendo un reconocimiento al activismo feminista, y explicando su propia experiencia, manifestó que “todo lo que soy ahora, se lo debo al activismo feminista que me condujo hasta aquí”.

Habló del movimiento anti derechos como un movimiento estratégico, organizado y financiado por muchos lobbies de presión que están detrás. Y frente a esto, y como estrategia desde Cataluña y desde España, decía “Creo que nosotros somos un estado que podemos presumir, ser orgullosos de muchos avances. Tenemos una legislación de garantía de derechos muy potente, con una respuesta institucional también muy potente, y nuestra responsabilidad es participar en la transformación del resto del mundo. Con una cooperación verdaderamente feminista, generosa y que transforme el mundo desde nuestra propia experiencia y pericia”.

Insistió en la necesidad de dotarnos de datos de género, “lo que no se mide no se conoce, y lo que no se mide no se transforma”. Y en la participación de las mujeres en las principales revoluciones del siglo XXI, y no solo para conseguir un porcentaje de mujeres, sino porque una tecnología sin perspectiva de género, afirmó, es una tecnología violenta. “La política se ha transformado cuando muchas mujeres han participado en la política. El activismo se ha transformado cuando muchas mujeres han participado del activismo. Y la tecnología se transformará cuando muchas mujeres participen en la tecnología”. Y añadió que “en un momento en que el discurso del miedo lo que quiere es paralizarnos, nuestro discurso tiene que ser desde la esperanza, porque lo que tenemos que hacer es activarnos”.