Victoria Muñoz: «La blanquitud es una forma de enfrentarse al mundo, de percibirlo y de aceptar el paradigma actual»

Victoria Muñoz: «La blanquitud es una forma de enfrentarse al mundo, de percibirlo y de aceptar el paradigma actual»

Por Clara Esparza. Las fotografías de primer plano son de Elena Aguirre Molina.

Victoria Muñoz Moya ha nacido en Terrassa, co-fundadora de la cooperativa AfroFem Koop, miembro de la Comunidad Negro-africana y Afrodescendente en Cataluña y estudiante del doble grado de Ciencias Políticas y Derecho. Mujer mestiza, afro-catalana, ha dedicado y dedica su actividad política, formación y trabajo a la lucha anti-racista y por los derechos de todas las feminidades negro-africanas y afro-descendientes.

Eres hija de padre cubano y madre catalana. ¿Qué papel ha jugado en tu vida y, por tanto en tu activismo, tu condición de mujer mestiza?

Sobre el tema del mestizaje, personalmente, cuando la gente tiene dudas y me pregunta «¿de dónde eres?» de manera muy insistente (porque parece que cuando digo que soy de Terrassa no convence del todo) suelo decir que mi padre es cubano y mi madre es catalana, ya que parece que esto ya convence a la persona que me está interpelando lante. Pero, ciertamente, aquí hay una primera falacia sobre el tema del mestizaje y sobre cómo a mí me interpela, porque hay muchos cubanos blancos (de hecho, en el último censo que consulté decía que el 60 % de los cubanos son considerados blancos) y hay muchos negros catalanes, por lo que perfectamente mi padre podría ser blanco y mi madre podría no serlo. En mi caso se cumple el estereotipo que la gente tiene en la cabeza, y por tanto esto ya genera una imagen perfecta del porqué “esta chica tiene ese cabello, ese color de piel y habla sobre estos temas, porque su padre es cubano ”.

El papel que ha jugado en mi activismo el hecho de que mi padre sea una persona migrante y negra es evidente, ante todo, el haber nacido en el seno de una casa con un padre negro, cubano y migrante expuesto el crecimiento personal y familiar de la conciencia afro-descendente dentro de la diáspora. Por otro lado, un papel fundamental que ha jugado en mi vida y en mi activismo es el hecho de tomar conciencia de cuáles son las violencias específicas que sufren las personas afro-descendientes en España, porque básicamente es algo que he vivido, que he discutido y he hablado de ello en casa y que ampliamente ha jugado un papel fundamental en mi crecimiento, tanto en la infancia como en la adolescencia.

Mi condición de mujer mestiza es una condición que no es de nacimiento, sino que está impuesta socialmente, porque el proceso de racialización no es un proceso inherente al nacimiento de cualquier persona, sino que es un proceso social. En tanto que persona con determinados rasgos físicos y background cultural, la sociedad ha depositado en mí una serie de características a menudo violentas y negativas y esto ha forjado mi lucha política anti-racista y afro-feminista.

Como mujer afro-descendiente de la diáspora caribeña, ¿crees que la cuestión identitaria ha sido uno de los pilares más importantes en tu activismo?

La búsqueda de la identidad es un camino que, para mí, tiene 3 patas: Por un lado, el papel que juega el entorno familiar, es decir cómo, desde casa, a mí se me ha educado en esta conciencia política de la afro-conciencia. A partir del modelo aprendido en casa existe un proceso individual de toma de conciencia personal de las violencias específicas que supone el hecho de ser una mujer afro-descendente de la diáspora caribeña, también con unos atributos concretos, sobre todo cuando eres hija de un cubano y se te presupone que eres cubana y no catalana.

La otra pata importantísima es la pata colectiva, porque este proceso personal de toma de conciencia de las luchas de los pueblos negro-africanos y afro-descendientes a lo largo de la diáspora no hubiera tenido ningún sentido si no hubiera sido acompañamiento de los espacios políticos que habito y, por tanto, esta complejidad que da el hecho de ser una persona negro-africana y afro-descendente ya menudo extranjerizada en esta parte del mundo, que es Cataluña y, en general, en el Estado español. Todo esto ha jugado un papel importante porque es una identidad bastante peculiar. Es una identidad de luchas pretéritas que nos han precedido, de personas migrantes que han llegado y que nos han abierto unos caminos importantísimos y que tomamos el relevo de sus luchas como humildemente consideramos y podemos.

Por otro lado, por el lado de la sociedad catalana, a menudo existe una violencia específica al considerarte que eres una persona extranjera simplemente por no ser blanco. Es decir, hay siempre una caracterización del catalán y del español como una persona blanca, renegando así del pasado histórico de este país, donde hemos tenido a personas musulmanas, judías de todo el mundo, donde se ha colonizado y por tanto estas personas han nacido también en el marco del Estado español.

También existe una violencia específica, como mujer afro-catalana, que es el hecho de que el Estado español, y Cataluña en particular, nunca han reparado los crímenes y las atrocidades genocidas del proceso colonial. A menudo, además, existe toda una folclorización y nostalgia colonial que todavía se manifiesta dentro de la cultura y las fiestas populares conocidas a lo largo del territorio, que vienen a ser un punto de encuentro cultural para los catalanes pero que a la vez suponen una violencia específica para los catalanes no blancos, en tanto que sabemos que estas fiestas quieren precisamente rememorar la violencia que han sufrido nuestros antepasados ​​o, muchas veces, nuestros familiares directos.

Después, a toda esta nostalgia colonial se le suma que las personas afro-catalán tienen también dificultades en el acceso en oportunidades laborales, de vivienda y problemas a menudo compartidos relativos a la precariedad económica. Que si bien es cierto no a todos nos recae el peso de la Ley de Extranjería, que es una de las manifestaciones más violentas del Estado español, sí que nos recae el peso de ser caracterizadas y de no cumplir esta caracterización de imagen que representa lo que es «el catalán».

Tienes un gran compromiso político con el panafricanismo. ¿Podrías contarnos un poco más sobre este movimiento?

El panafricanismo no sólo es una articulación de cariz social concreto u organizativa sino que es en sí mismo un corpus ético, filosófico y político que viene a ser la alianza estratégica y política de los pueblos africanos en todo el mundo, también de esos que fueron trasladados del continente africano hasta otros contextos como América con fines de trata de esclavos. Es, básicamente, la hermandad política y estratégica de los africanos donde se encuentren. Además, busca la liberación de los pueblos africanos, donde quiera que estén, de cualquier fuerza colonial, económica, política que los oprima en tanto que personas que forman parte de la diáspora africana.

Para mí, el panafricanismo también tiene mucho sentido en el marco de las luchas afro-feministas, donde se generan unas alianzas estratégicas de todo el mundo, de todas las mujeres y feminidades negro-africanas y afro-descendientes para luchar contra el sistema patriarcal, que también está muy relacionado con el sistema racista y capitalista y política internacional.

Formas parte de la Comunidad Negro-africana y Afrodescendiente en Cataluña (CNAACAT). ¿Por qué es importante realizar acciones de incidencia y divulgación como forma de erradicación del racismo en la sociedad?

Nosotros como organización no somos una asociación cultural, sino que somos una organización política y nos regimos por el sujeto político negro. Por tanto, nuestra tarea no es hacer divulgación del racismo ni pedagogía de ningún tipo, sino realizar acciones de incidencia política, evidenciar las violencias específicas que sufre nuestra comunidad y, sobre todo, la pasividad de la clase política, del territorio catalán y de gran parte de la izquierda, donde siempre el racismo queda como un problema de segunda.

La incidencia es importante básicamente porque nuestros problemas no preocupan a la clase política ni a las instituciones y, a menudo, quien más debe protegernos es quien más violencia ejerce, no sólo por parte de la derecha y de la extrema derecha sino también por gran parte de la social-democracia de la izquierda blanca de este territorio. Somos nosotros como sujeto político quien articulamos una agenda anti-racista común y desde aquí la intentamos hacer llegar a los espacios que creemos necesarios.

Eres cofundadora la cooperativa AfroFem Koop. ¿Cómo nace esta iniciativa y qué acciones está llevando a cabo actualmente?

Esta iniciativa nace a raíz del reencuentro de cinco mujeres que compartían otro espacio previamente en Barcelona, ​​antes de la Covid, que identifican una serie de problemáticas comunes que comparten entre las mujeres y feminidades negro-africanas y afro-descendientes de nuestra red política y afectiva. Un problema endémico que, resumidamente, es la perenne precariedad económica y laboral de las mujeres y feminidades negroafricanas y afro-descendientes.

AfroFem Koop tiene toda una línea de servicios en pedagogía anti-racista que, aunque éste no es el objetivo último de nuestra cooperativa, sí que es cierto que esta actividad nos permite sostener todo el resto de actividades que llevamos a cabo de forma interna y externa, haciendo promoción de los proyectos que integran toda la red de socias de AfroFem Koop, que tiene como objetivos el desarrollo integral de las mujeres y feminidades negro-africanas y afro-descendientes y esto implica impulsar sus proyectos.

Formamos parte de la red AfroFem, que es la red afro-feminista del Estado español. A partir de aquí, las actividades que llevamos a cabo en red con otros colectivos activistas y espacios afro-feministas del Estado español tienen que ver sobre todo con actividades de incidencia política, comentando cuáles son las necesidades que encontramos a nivel de comunidad como mujeres y feminidades negro-africanas y afro-descendientes y, a partir de ahí, articulando estrategias de divulgación e incidencia pública y política.

Además, dentro de nuestra página web tenemos la sección de Mirades AFK, en la que publicamos artículos de incidencia política y de cultura afro-centrada.

Foto: Salah Haddad Belfikh

Foto: Salah Haddad Belfikh

Como estudiante de ciencias políticas y derecho y activista afro-feminista y anti-racista, ¿cómo valoras la cuestión de la blanquitud en los espacios políticos y de decisión?

La blanquitud no es un rasgo exclusivamente inherente a todas las personas blancas sino que es una forma de enfrentarse al mundo, de percibirlo y aceptar el paradigma actual. Es un posicionamiento de poder, de jerarquía y de aceptación de unos paradigmas filosóficos y estructurales a los que el antiracismo político, el afro-feminismo y también el panafricanismo vienen a hacer una enmienda.

Durante mucho tiempo, las comunidades negroafricanas y afro-descendientes en todo el mundo, sobre todo en los países de occidente, hemos luchado muchísimo por la representación, pero a menudo se ha interpretado mal qué queríamos decir con esto de la representación. Cuando hablamos de la necesidad de tener representación en los espacios de poder, no hablamos de una cuota de color, hablamos de la representación no como fin en sí mismo, sino como camino para incluir todas las cosmovisiones y toda la agenda como comunidad y como sujeto político. Entonces, que en los espacios políticos y de decisión haya personas no blancas no garantiza en modo alguno la inclusión de nuestras cosmovisiones ni en ningún caso la aplicación de una agenda antiracista.

En este sentido, la blanquitud se apodera en muchas ocasiones de las luchas históricas que se han promovido desde comunidades como la negro-africana y afro-descendente y, por extensión, desde muchas comunidades racializadas, justamente utilizando a las personas racializadas en los espacios de poder, en las listas electorales y dentro de las administraciones públicas, para justificar que su acción institucional no es racista. En definitiva, utilizan nuestras luchas y se apoderan incluso de términos de forma errónea.

A menudo, desde los feminismos blancos existe una concepción de que primero va el género y en todo caso después va el resto. Ejemplos como mala utilización de la representación y del concepto de “interseccionalidad” tenemos muchísimos en los espacios de feminismo blanco y en los espacios institucionales que supuestamente luchan por la igualdad.