Maritza Buitrago: “Las estructuras normativas a veces son un corsé para las asociaciones”

Maritza Buitrago: “Las estructuras normativas a veces son un corsé para las asociaciones”

Por Drina Ergueta

En un mundo asociativo que “es mayoritariamente y eminentemente blanco y está muy normativizado”, nuestra entrevistada, Maritza Buitrago, plantea algunos elementos clave para que las asociaciones de gente migrada puedan salir adelante. Un ejemplo es el Colectivo Maloka, una organización de la diáspora colombiana, que tiene permanentes lazos con su país de origen y teje redes en Cataluña, el estado español y Europa.

¿Quién es Maritza Buitrago?
Maritza Buitrago es una mujer nacida en Colombia. Me considero colombiana mestiza y llevo más de 20 años fuera de mi país. Desde entonces, he intentado siempre mantener el contacto con mi tierra y reinventando un poco el arraigo ¿no? He estado muy conectada con los movimientos sociales en Colombia y con el activismo aquí, en Cataluña.

Aquí siempre has estado relacionada con asociaciones, ¿verdad?
Sí, muy desde el principio. La primera temporada, entre que llegué y me sobrepuse a estar en condición administrativa regular, pues no fue tan fácil ¿no? Después de que pude solucionar lo de los papeles, pude comenzar a hacer comunidad de otra manera. Tener acceso a derechos también te permite acceder a tener una participación asociativa.

¿En cuántas asociaciones has participado, en cuántas estás y cómo llegas al Colectivo Maloka?
He estado más o menos en 10 asociaciones, así contadas muy rápido, y al Colectivo Maloka llegué desde el principio, desde que llevaba muy poco tiempo en Barcelona. Conocí a unas personas que estaban vinculadas y que estaban haciendo un acompañamiento al proceso de paz colombiano, inmediatamente me contacté. Así, con Maloka creo que llevo más o menos 18 años.

Soy activista antirracista, entonces, llevo mucho tiempo vinculada a los movimientos antirracistas aquí en Barcelona. Ahora mismo, formo parte del movimiento contestatario “Regularización ya”, que hace dos años hicimos una recogida de firmas en todo el estado para presentar una iniciativa legislativa popular para regularizar a más de 500.000 personas y, ahora mismo, luego de la recogida de firmas, estamos en la última fase de presentar el proyecto y las enmiendas al Congreso. Creo que comparto esta doble nación, de estar allí, pero estar acá. Entonces, intentamos también estar conectadas con las luchas que nos interpelan acá.

Formo parte del activismo antirracista, del movimiento “Regularización ya” y también de una asociación “Migración y economía social”, donde lo que intentamos hacer es que la economía social, que tiene un paradigma más de valores éticos, se piense y se cuestione, también, porque son blanco-privilegiadas y se plantee que puedan incidir, incorporar y abrazar el antirracismo como agenda política y cómo, a través de la economía social, podemos lograr incorporar un proceso de regularización extraordinaria y de economía migrante.

Haces un activismo amplio, pero centrémonos en el Colectivo Maloka, cuéntanos, ¿a qué se dedica, sus objetivos?
Mira el Colectivo Maloka es una entidad que pretende trabajar desde aquí con Colombia. Está formado fundamentalmente por la diáspora colombiana que hemos tenido que salir del país, por diversos motivos, y que buscamos apoyar desde aquí a diversos procesos. Por un lado, hacemos todo un trabajo de apoyo a movimientos sociales y, por otro, hacemos todo un trabajo acá de expresar y generar otros relatos de lo que está pasando en nuestros países. También facilitar un puente para aquellas personas que están viviendo en primera persona el conflicto, la guerra y la construcción de paz, y que vengan aquí a contar a este lado del mundo lo que pasa, porque también hay a veces una mirada muy sesgada sobre lo que pasa en nuestros países. Entonces, en Maloka, lo que hacemos es hacer este puente para que las personas, que están interesadas en entender algo tan complejo como es Colombia, lo escuchen en primera voz. En estos años hemos generado muchos espacios de encuentro entre la ciudadanía catalana y líderes colombianos.

¿Cuánta gente participa en la asociación?
Nosotros tenemos un equipo base que en ciertos momentos ha ido creciendo, hemos tenido muchas acciones, pero en este momento somos unas cinco personas de equipo base. Y en Colombia también trabajamos con muchas organizaciones.

En este trayecto asociativo, a veces las asociaciones no cuajan. Entonces, ¿cuáles crees tú que son los requisitos para que una asociación permanezca y le vaya bien?
Yo creo que esta pregunta es compleja porque, primero, todas las estructuras asociativas, al menos como están pensadas aquí, en esta parte global, están bastante mediadas por la burocracia, por el acceso a recursos. Digamos que en nuestros países hay estructuras asociativas autónomas, que pueden funcionar alrededor de la solución de una necesidad, a veces la necesidad te hace buscarte la vida y son iniciativas muy resilientes. Aquí el mundo asociativo es mayoritariamente y eminentemente blanco y está muy normativizado, entonces creo que a las personas migradas nos cuesta llegar y acceder a estos circuitos.

También, uno de los motivos por los que nos cuesta que se sostengan ciertos colectivos es porque las personas migradas tenemos que estar, precisamente, en el sostén de nuestra propia vida, de llevar a cuestas nuestro proceso migratorio, de sostener desde aquí a nuestras familias y a parte responder a esta estructura que a veces es un poco rígida y que cuesta un poco. Entonces, creo que la flexibilidad sería una de las cosas que deberíamos tener nosotras como personas migradas a la hora de generar nuestras propias estructuras, que sean estructuras flexibles y que de alguna manera puedan hackear esa norma, ese corsé que se le pone aquí al mundo asociativo.

Flexibilidad frente al corsé ¿Hay más?
Sí, creo que una flexibilidad en nuestras estructuras de organización es muy importante y que responda también a los ritmos que tenemos, porque nuestros ritmos van en función de muchas cosas, como que a veces no tenemos el tiempo que tienen otras personas blanco-europeas para dedicar a las estructuras organizativas.

Y, después, creo que la confianza. En estos años he visto varios procesos que se han roto al no tener la confianza, al principio especialmente.

Por último, sobre todo entre las organizaciones que trabajamos con Latinoamérica, es importante tener una visión compartida de las estructuras políticas de nuestros países, porque tenemos unos contextos políticos muy complejos y, a veces, nos encontramos acá y pensamos que por ser del mismo país vamos a tener una mirada común de lo que pasa allí. He visto, también, romperse procesos por no tener un punto de partida común sobre las lecturas políticas que hacemos de nuestros conflictos.

El conflicto en Colombia también migra
Sí. En Colombia, esto es algo muy complejo, el conflicto social y político, y tampoco es fácil que un grupo de colombianos de distintos lugares, de distintas clases sociales se encuentren acá y se pongan de acuerdo sobre cómo entienden Colombia. En nuestro caso, creo que esa ha sido una de las claves del éxito del colectivo porque tenemos una claridad compartida de la lectura que podemos hacer sobre lo que está pasando y la estamos todo el tiempo retroalimentando, que el contexto político cambia mucho y se reinventa la guerra ¿no?

Entonces yo creo que eso, que una flexibilidad, una confianza, una lectura compartida del contexto es muy importante para una asociación.

¿Cómo la asociación gestiona las realidades catalanas y españolas? ¿Cómo entran en estos espacios?
Nosotros, en principio, la primera etapa de la asociación Maloka éramos un punto de encuentro entre personas catalanas que habían estado en Colombia y que tenían un compromiso también con Colombia y colombianos y colombianas en diáspora. Trabajamos muy bien, hasta cierto punto porque teníamos una mirada compartida sobre lo que pasa en Colombia, después la inercia nos fue llevando a que quedemos sobre todo personas colombianas en diáspora.

Yo creo que es muy importante, desde mi punto de vista, tener mucha claridad hasta dónde las personas catalanas o blanco-europeas pueden llegar a tener una postura sobre algo que no han vivido. Entonces yo creo que ahí puede haber un punto de disputa, ¿cómo, desde una mirada blanco-europea, tú puedes leer una realidad que a lo mejor a mí me ha atravesado desde niña y que he vivido en otro contexto de clase, sobre todo?

Entonces yo creo que hay mucho que trabajar sobre las miradas blanco-europeas en nuestros países y lo que se decide sobre nuestros países. Allí podemos tener como una disputa sobre cómo entendemos nuestros países y sobre cómo creemos que debemos acompañar los procesos. Allí, a veces, estas organizaciones catalanas que trabajan con estos países en solidaridad con… pues reproducen ciertas prácticas con las que no estamos de acuerdo, como el asistencialismo o la mirada salvadora, que no deja de ser otra práctica colonial. Entonces allí las diásporas tenemos un lugar que disputar y un rol muy importante a la hora de hackear esas prácticas de solidaridad internacional.

Para ello, ¿la asociación tiene una incidencia o busca tenerla de manera política en el contexto español o catalán?
Sí, claro. Nosotras en principio acompañamos, ahora mismo estamos trabajando con MOVICE (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado), con el movimiento indígena, y campesino…, hemos trabajado con otros movimientos sociales, pero, ahora, estamos en estos dos. Entonces, constantemente estamos trayendo personas de allí, a las cuales estamos llevando a espacios ciudadanos, como el parlamento catalán o europeo. Intentamos incidir en las plataformas que están creadas aquí para hacer incidencia política, pero siempre intentamos hacerlo caminando al lado de las propias defensoras y defensoras de allí. Llevamos mucho tiempo haciendo esto, entonces más o menos nos conocemos los circuitos.

Sí, aquí hay mucho recorrido. Hay países con los que hay mucha solidaridad histórica, en este caso Cataluña. Colombia es uno de ellos. Hay espacios para trabajar la incidencia política, por ejemplo, está la Taula Catalana por la Paz y los Derechos Humanos y a nivel europeo estamos con la Oficina Internacional de DDHH Acción Colombia (OIDHACO), nosotros formamos parte como Colectivo Maloka de esas plataformas. Entonces, participamos, pero siempre poniendo en alta voz a las personas que explican lo que allí está pasando.

Tomando en cuenta que comentaste que aquí es más difícil la estructura normativa, como encajan allí ustedes en esta relación con otras asociaciones locales
Nosotras hemos tenido muchas oportunidades de colaborar con muchas asociaciones de Cataluña, del estado y de Europa, es donde se conoce la gente. Hemos tenido la oportunidad de trabajar con muchas personas y, con las que hemos tenido afinidad, seguimos teniendo colaboración. Somos una entidad de cierta referencia a la hora de conectar luchas de allí con luchas de acá, entonces muchas entidades nos buscan cuando quieren hacer un viaje a Colombia o tienen un proyecto sobre el cual hablar de Colombia.

Por supuesto, nosotras estamos muy dispuestas a trabajar así. Lo que pasa es que siempre intentamos subvertir, un poco, esas prácticas de las que te hablaba antes, con nuestra propia práctica. Y, sí, tenemos muy buenas experiencias de trabajar con otras colectivas, por supuesto.

¿A nivel europeo qué trabajos concretos hacen?
Trabajamos fundamentalmente en el ámbito catalán, pero tenemos redes españolas y europeas para trabajar especialmente en el tema de protección de defensoras de derechos humanos.

Trabajamos, por ejemplo, en colaboración con la Plataforma Europea de Reubicación Temporal (EUTRP) y, como mencioné antes, formamos parte de OIDHACO. También, como te digo, a veces, generamos este puente entre lideresas y líderes y las traemos a giras europeas, ya que tenemos en diferentes países entidades homólogas con las que nos sentimos cómodas, compartimos la mirada y tenemos contacto con distintas entidades a nivel europeo.

Creo que es bonito tener una red que trabaje de manera conjunta sobre Colombia y con una mirada común. Al principio no fue tan fácil, más de 22 años de trabajo te vas haciendo tu propia red.

Qué importantes son las redes ¿verdad?
Muy importantes, es lo que más funciona. Funciona más la red personal, del cara a cara, que las redes sociales virtuales.

¿Qué planes para el futuro, como Colectivo Maloka?
Nosotros, ahora mismo, justo estamos abriendo una nueva fase de nuestro colectivo, porque llevamos mucho tiempo trabajando una relación con el movimiento indígena del norte del Cauca, empezando a estabilizar esta línea con un proyecto. Estamos muy contentas por ello, además, estamos reforzando esta línea de acompañamiento a defensoras de derechos humanos, que es una cosa que en principio fuimos haciendo de manera muy orgánica y ahora queremos trabajar mejor porque el contexto colombiano obliga a muchas defensoras y defensores a salir de Colombia a resguardar su vida. Ahora hemos participado por varios años consecutivos de programa catalán de protección a defensoras de derechos humanos y estamos intentando estabilizar un poco más esta línea de acompañamiento.

¿Qué tan visibles son en sentido de hacerse al público? Es decir, ¿su actividad es conocida por la prensa generalista o alternativa?
Nosotros, al no ser una entidad que genere exclusivamente estrategias de comunicación o discurso o contra discurso es algo que no nos da la vida para dedicarnos, no obstante, nos gustaría. De todas formas, tenemos buena relación con la prensa, especialmente la alternativa. Sí, evidentemente los medios masivos tienen una lectura más sesgada, que es generalizada, sobre lo que está pasando en Colombia; pero, sí, nosotros hemos tenido entrevistas y contactos con medios. No obstante, no es nuestro fuerte.