
Por Drina Ergueta
La formación de quienes, desde distintos ámbitos públicos y privados, trabajan con gente migrada es vital para lograr resultados efectivos hacia una sociedad más justa, donde el racismo debe cuestionarse a partir de la propia mirada. Es uno de los ejes del trabajo de nuestra entrevistada, Úrsula Santa Cruz, docente universitaria en Psicología Comunitaria y doctoranda, que relata su historia de migración y compromiso en diversas organizaciones sociales y que hoy impulsa la Asociación Sembrar Incidencia Para la Transformación Social.
¿Quién es Úrsula Santa Cruz?
Pues… soy una mujer migrante, peruana, amiga, activista… feminista… me has dejado un poco en blanco, hasta me ha emocionado… una mujer con muchos sueños, con ganas de vivir… me dan ganas de llorar con esa pregunta… ¡Ay, qué bonito!
Te he pillado de sorpresa, no? Vamos, cuéntame tu historia, muy resumida, de migración hasta la asociación que has creado.
Llegué a Barcelona el 2002, el 1 de diciembre. Como muchas mujeres migrantes, estuve casi tres años sin papeles, cuatro años como trabajadora del hogar, tardé seis años en homologar mi título. Desde el 2003 comencé a participar en una ONG catalana y también en asociaciones migrantes, son espacios muy importantes y decisivos en mi vida, que definen parte de mi trabajo y de mi compromiso político.
Desde ese tiempo, participé en diferentes espacios activistas, migrantes, feministas y también estuve en un partido político que ahora ya no existe, terminó fusionado dentro de otro. Siempre caminando con compañeras latinoamericanas; pero, eso también fue cambiando, conociendo a compañeras de otros continentes y procedencias.
Tienes un recorrido intenso
El camino ha sido muy duro; pero, sí que considero que, en esta migración y pese a lo complejo y duro, he desarrollado capacidades y habilidades, ejercitado la paciencia para muchas cosas, como el manejo de la frustración, y, también, mucha fuerza y ganas de trabajar con otras compañeras.
Hubo momentos decisivos en mi recorrido, en el sentido de cambiar mis perspectivas desde las cuales trabajaba y analizaba mi vida, que pasa por una ruptura con un feminismo blanco y comenzar a pensarme y repensar también mi formación. Fue en el año 2008 cuando me acerqué a los feminismos decoloniales y al antirracismo. En 2016, me encontré con muchas otras compañeras, con estas perspectivas y posicionamiento, y comencé a hacer activismo desde este nuevo lugar.
Explica un poco más ese proceso y cómo acaba en la asociación
En este proceso, yo no me posicionaba como psicóloga, no me nombraba como tal. Suelo buscar teorizar a partir de los contextos y realidades en las que estoy inmersa, me gusta leer, indagar, soy autodidacta y parto de la experiencia situada. A partir del 2018, comencé a nombrarme y presentarme como psicóloga y no sólo como Úrsula, la activista. Asumirme desde ese lugar profesional también es un espacio de disputa, porque no sólo el activismo es el que me marca y donde estoy, sino también el conocimiento que una tiene y que lo pongo al servicio de las luchas. Para mí, mi profesión tiene un componente ético político, no es solo una cuestión técnica y manejo de herramientas, tests, etcétera. Me había dado de baja del Colegio de Psicología, y volví a colegiarme porque así puedo poner mis conocimientos al servicio de las mujeres migradas.
En 2020, estando trabajando en una ONG, pensé “trabajas en un sitio con tu propia perspectiva, que la entidad no tiene, pones todo tu esfuerzo y, al final, (como ocurrió) no te renuevan el contrato”. Era el momento de crear, tenía mucha experiencia y contactos que había ido construyendo a través del activismo. Había un bagaje. Paralelamente me inscribí en el doctorado en Psicología para sistematizar todos los conocimientos de trabajo que tenía, especialmente en relación a las violencias hacia las mujeres migrantes. Me parecía importante la mirada desde otras perspectivas epistemológicas. En esa coyuntura, nació la Asociación Sembrar Incidencia Para la Transformación Social.
¿En qué trabaja esta asociación?
Tiene cinco líneas de trabajo: La atención y acompañamiento a mujeres especialmente migradas y racializadas.
Luego tenemos la línea de formación dirigida a profesionales de la administración pública, tanto ayuntamientos como Generalitat, y también formaciones online a profesionales en temas de racismo, salud mental, violencias interseccionales.
Luego la línea de investigación. Ahora estamos haciendo el estudio “Acceso a derechos, condiciones de vida y sus efectos en la salud psicológica, emocional de mujeres migradas y personas LGTBI migradas”. Es un estudio cualitativo piloto, que comprende cuatro municipios: Barcelona, Hospitalet de Llobregat, Terrassa y Moncada i Reixac.
También la línea de incidencia social y política que, como somos muy poquitas, solo participamos en la Taula de Salut Mental del Distrito de Sant Martí, que es donde estamos nosotras, en el barrio de La Pau, y luego con organizaciones migrantes.
Finalmente, tenemos una línea de cooperación internacional que aún no la hemos desarrollado.
Dices que son pocas personas las que integran la asociación, pero parecen muy activas
La asociación es autogestionada y eso demanda mucho esfuerzo. Para mí, la asociación es una apuesta en lo personal, laboral, político, económico y profesional. En esa perspectiva, la finalidad es que más adelante pueda ser un espacio de trabajo para otras mujeres migradas, para aquellas que no pueden homologar títulos, pero que pueden trabajar. Yo me veo, más adelante, como una persona que busca los fondos para sostener ese trabajo, es decir dejando el relevo a otras mujeres migrantes para acompañar a otras mujeres migrantes. Y sobre todo a desarrollar incidencia social y política.
En la asociación, que pronto cumplirá cuatro años, me estoy dejando la piel. En septiembre estuve en el Congreso de los Diputados haciendo una comparecencia, a propuesta del grupo Sumar, para hablar no de las violencias de pareja sino de las otras violencias, de las que no se hablan y de las que el Pacto de Estado Contra las Violencias de Género tampoco menciona. Ello ha sido importante, hasta ese momento no había ido ninguna organización migrante y lo que interesaba a nivel político es que se hablara de las violencias hacia mujeres migradas y racializadas desde una perspectiva antirracista, de esas otras violencias que no se nombran. El Pacto, que creo que es de 2015, no menciona en ningún momento la Ley de Extranjería. Habla de mujeres migrantes como de cualquier mujer sin referirse al racismo. Se menciona la globalización y las migraciones para referirse a violencias tradicionales que se traen, eso es muy perverso. Igualmente, cuando se habla de los hijos, se hace en el marco de las relaciones de pareja, no hablan de violencias institucionales, de la quita de custodia y de todas las otras violencias que atraviesan a las mujeres migradas.
El trabajo de la asociación es este. Por otra parte, los servicios de atención no se subvencionan y es difícil sostenerlos. Estamos buscando hacerlo desde otras líneas, aplicamos a un fondo y hemos conseguido la donación para sostener medias jornadas, lo que te da una tranquilidad para hacer equipo y hacer un trabajo más comunitario, que es la diferencia de lo que damos. No solo atendemos, sino que incorporamos todo un trabajo político en el servicio, pensar en la trayectoria de vida de las mujeres migradas que vienen, que llegan con dolores de espalda, ansiedad, frustración, que están sin papeles, en situaciones de precariedad, que no es un malestar psicológico, sino que es una consecuencia de normativas racistas y excluyentes y que están somatizando.
Sobre ese impacto también va el estudio que busca salir del Síndrome de Ulises, que es el discurso que se impregna en la salud mental. Hablan de distintos temas de salud, pero no de derechos; cuando se habla de derechos, no se habla de la salud psicológica. El estudio busca poner en intervención todos los aspectos.
¿O sea, en la asociación, cada línea alimenta a la otra?
Sí, precisamente, están articuladas. El objetivo general es contribuir a la eliminación de las violencias patriarcales, racistas y capitalistas, conceptos muy amplios que operan sobre cuerpos migrantes, en este caso mujeres.
De estas cinco ramas que mencionas, ¿cuál crees que está más desarrollada?
La más desarrollada es la de formación. El servicio de atención lo tenemos, pero lo hacemos en convenio con otras entidades, especialmente por no tener cómo sostenernos. En todo caso, la más potente es la de formación.
Dame algunos ejemplos de esta actividad
Hicimos varias formaciones. Una de las más importantes la hicimos al Departamento de Igualdad y Feminismos de la Generalitat, en 2022, sobre violencias machistas desde una perspectiva antirracista. Fue una formación de 40 horas a profesionales y técnicas de diferentes territorios de Cataluña. Fue una formación muy potente y, a la par, acompañamos a la revisión de los protocolos sobre los matrimonios forzados y la mutilación genital femenina desde una perspectiva antirracista y, también, se hizo una guía metodológica para profesionales sobre las violencias machistas desde una perspectiva antirracista.
Otra formación importante fue sobre salud mental y migraciones que hicimos a los Servicios Residenciales de Atención y Recuperación de las Violencias Machistas, casas de acogida, casas de emergencia a donde llegan las mujeres violentadas, fue una formación a profesionales que trabajan en estos espacios.
En mayo, se hizo otra formación a educadores que trabajan en centros con menores, también sobre racismo, salud mental y migración. Yo insisto mucho en las formaciones en decir que no son recetas, sino descentrar el conocimiento, descolonizar el conocimiento, cuestionar sus perspectivas epistemológicas desde las que intervienen. Muchas veces, las personas quieren las herramientas, ¿cómo hago? Personalmente considero que es una actitud extractivista. Tú le dices: “No, primero vamos a revisar, analizar la perspectiva desde la que se trabaja”. Por ejemplo, en esa formación, al inicio pregunté: ¿Qué ha pasado para que menores que nacieron aquí o que vinieron con sus padres, terminen institucionalizados?” Generalmente, desde las instituciones, se asume que los culpables son los padres y es de esa manera como les sustraen a los menores. Hay que replantearse estos discursos y prácticas. Normalmente no toman en cuenta los contextos migratorios en los espacios que trabajan con la migración, las razones por las que la gente migra. Y, si lo hacen, la perspectiva suele ser unidireccional “son países pobres, buscan salir de la pobreza”, sin hacer un análisis o vinculación a nivel geopolítico.
Hace poco, hice una formación para psicólogas por encargo del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña sobre “Atención y acompañamiento psicológico a personas migradas y racializadas”. Como profesional migrante considero importante y estratégico hacer estas formaciones.
Ahora estoy haciendo una formación para la Escuela de Administración Pública de Cataluña sobre abordaje del racismo con mujeres migradas, para profesionales de Servicios de atención de la Administración pública de Cataluña.
En estas formaciones, ¿es muy difícil hacer ver esa necesidad de cambio de perspectiva?
Siempre, cuando hablo, me posiciono enunciando el lugar desde donde hablo, desde la experiencia situada en la que confluyen mi formación, mi trabajo, mis activismos, mi experiencia migratoria y mi trabajo. Lo que digo no es lo universal, no repito lo eurocéntrico ni hegemónico,
Estas formaciones no son fáciles. Suelo decir que no vengo a dar recetas, no vengo a convencerles y que, si les incomoda, eso está bien porque confronta con su saber previo, con sus sistemas de creencias.
La perspectiva antirracista es un posicionamiento político, es comprender la historia desde otros marcos epistemológicos, es hablar de colonialismo, de colonialidad. No es una manera de entender el mundo, es una militancia, es evidenciar la matriz del poder colonial, imperial, es combatir las desigualdades. Tanto el capitalismo como el patriarcado a todas nos atraviesan de alguna manera y lo que no atraviesa a todas las personas es el racismo porque algunas están situadas en lugares de privilegios.
Así, el trabajo técnico no es un trabajo técnico, es un trabajo político que reflejan esas opresiones.
¿Cómo explicas o logras que alguien se plantee siquiera un cambio de perspectiva?
No es fácil, la gente busca herramientas y yo propongo hablar de colonialismo, colonialidad, del racismo como sistema de dominación, de tensionar los marcos epistemológicos hegemónicos, Por ejemplo, a nivel concreto, el discurso predominante sobre las mujeres migrantes está construido como mujeres pobres, homogenizadas y, a nivel de políticas, son vistas como beneficiarias. Así, el tipo de atención que se les da es de tipo asistencialista. Si hacemos un análisis diferente, entendemos qué es lo que las vulnerabiliza, ponemos el foco en las estructuras de poder que las violenta.
Otro ejemplo, en la mesa de trabajo de salud mental en el Distrito de Sant Martí soy la única profesional migrante dentro de aproximadamente 45 profesionales del ámbito de la salud mental. Casi todas las veces, tomo la palabra para explicar la necesidad de contextualizar la salud mental, las condiciones de vida, las leyes que impactan en la vida de las personas migradas, cómo ello afecta a nivel psicológico y emocional.
Lo mismo con adolescentes, las madres migradas con hijxs adolescentes, tienen muchas dificultades que devienen del proceso migratorio, de sus circunstancias, de su propia etapa vital atravesada por la migración y lo que ello conlleva. Existen servicios para adolescentes, pero estos servicios no necesariamente son cercanos para las personas migradas. Hay madres migrantes que tienen terror a ir a los servicios sociales porque no quieren que les quiten sus hijos. Hay muchos ejemplos de ello.
Algunas compañeras me dicen: “No sé cómo tienes cuerpo para meterte y discutir en esos espacios, donde eres la única”. Lo que pasa es que, a estas alturas, me siento con más autoridad, más conocimiento y con más años encima. Tengo una larga trayectoria de trabajo, de producción de conocimientos y experiencia, tengo argumentos para disputar esos espacios.
Más información: Asociación sembrar